Algunas consideraciones extraídas del Informe Foessa 2013 (Desigualdad y Derechos Sociales), evidencian en estos «titulares» la degradación a la que está siendo sometida la sociedad española en los últimos años, en especial los más débiles:

–          No existen precedentes previos de aumento de la pobreza en un intervalo temporal tan breve

–          El mercado de trabajo registró (probablemente) los peores resultados de la etapa democrática

–          Hundimiento de las rentas más bajas e incremento de población en niveles de vulnerabilidad muy altos

–          El rasgo más preocupante es el aumento sin precedentes de la desigualdad en su distribución

–          Reducción del nivel de renta de los hogares al mismo tiempo que encarecimiento del coste de la vida

–          Renta y desigualdad retroceden a niveles de 2001

–          Nuestro modelo social cuando «crece» no distribuye, y cuando «carece» amplía la ruptura social

–          Progresiva diferenciación ciudadana en el acceso a los derechos básicos

–          Los procesos de empobrecimiento e inseguridad económica de los hogares españoles llegan a un punto de difícil retorno

http://www.foessa.es/publicaciones_compra.aspx?Id=4556&Idioma=1&Diocesis=42

A la degradación tan fuerte que está sufriendo la base social, en términos de calidad de vida, le acompaña la degradación de las instituciones más fundamentales del país como los partidos políticos, los sindicatos, la corona…

La combinación de la degradación de las condiciones de vida junto con el desprestigio de instituciones de referencia clave para la buena convivencia y el liderazgo, nos confrontan a una situación realmente preocupante.

Uno de los factores de salida de esta situación -una de las esperanzas- es la capacidad de compromiso y liderazgo de la sociedad civil, pero para que ello se materialice, está por ver que los ciudadanos españoles incrementemos nuestro nivel de movilización.

Los estremecedores datos del informe Foessa 2013 deberían hacernos pensar qué modelo de sociedad queremos y qué estamos dispuestos a hacer para alcanzarlo.

Lo que cada vez se hace más evidente es que la pasividad en estos momentos se convierte en alimento de un incendio que puede alcanzarnos a todos.